jueves, 1 de enero de 2015

CONCENTRACIÓN APLICADA AL JUEGO DEL BILLAR (cap3)



EL PROCESO DE LA CONCENTRACIÓN

Podemos definirlo por una serie de etapas:
1. Un estado de meditación sobre lo que se hará en el futuro.
2. Una decisión que implica alcanzar un objetivo.
3. Un plan que determina el cómo y el cuándo se realizarán las actividades necesarias para cumplir con los fines propuestos.
4. La ejecución de las tareas en tiempo y forma.
5. El control de los resultados.
Evaluaremos brevemente cada uno de los pasos y recomendaremos ejercicios para cada uno de ellos. En el aspecto de la meditación es recomendable utilizar una actitud de apertura y de receptividad pasiva, a partir de la cual las ideas conectadas con el problema surgirán sin esfuerzo conciente y como resultado de los estados mentales de relajación o relajación profunda.
También se puede utilizar este enfoque para programar la adquisición de un comportamiento deseado. Si se desea mejorar la autoimagen podrían surgir en el proceso meditativo ideas tales como: Me gusto tal como soy - Disfruto plenamente de la vida - Mi belleza es interior y se irradia hacia afuera - Soy digno de confianza - Mi valor consiste en mi capacidad de amar, etc.
Cada una de estas ideas podría luego explorarse por separado. Conviene registrar por escrito las alternativas para evaluarlas posteriormente.
Ejercicio de receptividad pasiva: tome en su mano una bola de billar o cualquier objeto que tenga a su



disposición. Deje que la sensación del contacto se produzca libremente, no piense en nada, que la sensación penetre lentamente en todo su ser hasta provocarle un estado de relajación, descanso y placer. Practique diariamente este ejercicio cambiando cada día el órgano sensorial receptivo (vista, oído, gusto, olfato, tacto), sin alterar la actitud de serena y pasiva receptividad.
En cuanto a la decisión hay que evaluar las opciones en función de los valores, intereses o criterios que se pretenden preservar.
Hay dos tipos de personas: las que se limitan a reaccionar pasivamente ante los acontecimientos y las que por el contrario saben lo que quieren y hacen lo necesario para conseguirlo.
Esto es muy importante porque señala la diferencia entre una persona dirigida desde adentro, es decir desde sus propios deseos, a otra que acepta someterse a reglas impuestas desde el mundo externo. Todo esto es muy importante para combatir el stress, como vimos en el capítulo 1.
Por último es necesario considerar que determinados sujetos deciden en forma exclusivamente racional a través de conceptos o modelos, que utilizan como filtros para no sentir y para no ver la realidad tal cual es.
No es bueno anestesiar los sentidos hasta el extremo de no poder utilizar los sentimientos o las intuiciones como guías importantes en el momento de la decisión.
El tercer elemento a considerar es el plan o la manera en que se utilizarán los recursos disponibles para alcanzar el objetivo.
En este aspecto es fundamental considerar los imprevistos y la organización del tiempo.
Una vez diseñado el plan la etapa de la ejecución debe ser encarada en forma directa sin valorar o meditar sobre lo que se está haciendo. La meditación como hemos visto es el paso previo, si nos ponemos a meditar en el mismo momento en que estamos actuando, no podremos mantener la concentración
La concentración como proceso excluye todo lo demás e implica evitar todo tipo de distractores internos y externos.
En este aspecto recomendamos la práctica de ejercicios activos de pensamiento contrarios a los recomendados en la meditación.
Como objeto de práctica se selecciona una palabra, una idea o un objeto y se mantiene fija la atención, sin permitir que ningún tipo de distractores interfieran en el logro de dicho objetivo. El mismo ejercicio puede realizarse con cada uno de los diferentes órganos sensoriales.
La última fase es la del control de los resultados , la herramienta que permite evaluar cuantitativa y cualitativamente el proceso de la concentración.


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